Página 130 - ROSARIOCORINTO

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tiempo existente entre el fallecimiento de Cristo y su Triunfo
Dominical.
Así, en 1480 Félix de Faber narra la existencia de un
“aposento
cercano al Calvario donde la Virgen se recogió en soledad desde la
muerte de Cristo hasta su resurrección. En él se edificó la capilla
de Santa María en el Calvario o Statio Mariae, que permaneció al
cuidado de los etíopes durante los siglos XIV y XV, propagando la
leyenda y difundiendo la contemplación de este pasaje entre los
peregrinos a Tierra Santa”.
Naturalmente, no se alude para nada
al Sábado Santo pero está implícito según el relato de los
evangelios pues las Marías no visitaron la sepultura de Cristo,
como dice San Juan, hasta “
el primer día de la semana, muy
temprano, cuando todavía estaba oscuro
”. Sabido es que este
momento se corresponde al Domingo por lo que, en buena lógica,
la tradición se ocupó de considerar el sábado como día de
expectación ante la Resurrección. Esta disposición de María
alejada del tránsito definía, según las observaciones de San
Francisco de Borja, su deseo de
padecer el dolor de la soledad que
no quedar allí –junto al sepulcro- de noche, para ser dechado de
virtudes en todo”
recogiéndose, para ello, en el Cenáculo.
Otras lecturas piadosas de inspiración monástica, como la
relatada por la Beata Ana
Catalina
Emmerich,
abundan
en
la
interpretación
de
esta
estancia como lugar de la
Soledad y espacio propicio
para la oración retirada. No
se trata sino de un
testimonio puntual dentro
de una serie de ejemplares
literarios frecuentes en la
Europa tardo-moderna; lo
sustancial, en este caso, es la
insistencia en la plegaria
meditativa como modelo
para los cristianos; vía
propicia
para
el
Itinerarium
mentis
ad
Deum”
propugnado por San
Buenaventura. Esta actitud,