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LA NUEVA IMAGEN DE SAN JUAN EVANGELISTA DE LA COFRADIA DE
LA CARIDAD
José Cuesta Mañas
Juan es «el discípulo predilecto»: el que coloca la cabeza
sobre el pecho del Maestro durante la
Última Cena, el que, según la tradición,
anuncia a La Virgen que Jesús va por la
calle de la Amargura camino de su
inmolación y el que le debe señalar quien es
y la acompaña hasta encontrarse con Él, el
que se encuentra a los pies de la Cruz junto
a la Madre de Jesús y la recibe como su
madre y madre nuestra y, por último, es
testigo tanto de la tumba vacía como de la
misma presencia del Resucitado.
Es por tanto uno de los personajes
cruciales del drama sacro de la Pasión, es sin duda, si se me
permite el símil cinematográfico, junto con la Virgen, el
coprotagonista de la historia de nuestra Salvación, convirtiéndose
en su principal testigo. Podemos considerar que los ojos de San
Juan son nuestros propios ojos en aquel momento histórico y ese
testimonio, en esencia, quedará plasmado luego en su evangelio.
Por ello es una de los personajes más veces representados en los
desfiles procesionales, después de la figura de Cristo y María.
Su importancia hace que pronto se independice de los grupos
escénicos de la pasión y en casi todas las semanas santas conocidas
y raro es la que no tiene o ha tenido en su día un paso con la
figura aislada del evangelista.
Así encontramos numerosos ejemplos en ciudades en que sus
procesiones de Semana Santa son mas renombradas: en Sevilla,
que aunque en la actualidad ya no exista como figura aislada, lo
encontramos frecuentemente acompañando a la Virgen en sus
pasos de palio. En la provincia de Granada sí que es muy
frecuente encontrarlo desfilando en sus propios pasos, uno de los
mas conocidos es el de la ciudad episcopal de Guadix, con una
bella imagen, obra afortunada del gran escultor local Torcuato