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ACERCÁNDONOS A MARÍA
José Rafael Sánchez García
En este “Año de la Fe” ,que Su Santidad Benedicto XVI abrió el
pasado octubre y que cerrará el 24 de
noviembre de este año, se nos invita a
renovar la conversión al Señor, único
Salvador del mundo, pero tampoco
debemos de apartar la mirada de
nuestra Madre, la mirada de la
Santísima Virgen María que tan
presente la tenemos en el discurrir
cofrade de nuestra Semana Santa ya sea
bajo la advocación de Dolorosa o de
Soledad, de Esperanza o Gloriosa, o de
Angustias o Ángeles porque no podemos
olvidar que Ella es la Corredentora, es
decir, que se entregó al servició de
Nuestro Señor en esclavitud de amor.
La Virgen María es como una nueva creación de Dios, ya
que cuando el mundo salió de las manos de Dios era esplendido,
pero la mano del hombre lo fue estropeando; las cosas fueron
perdiendo su color, fueron gozando y destrozando la creación
aquellas personas que no daban gloria a Dios, torciendo su
naturaleza, porque el mundo
fue hecho por Dios para que los
que alaban a Dios lo gocen.
De pronto, la Inmaculada
Virgen María supone una
nueva creación del mundo. Dios
que no puede ver como su obra
maestra pierde la naturaleza de
su mano, decide recrearlo de
nuevo con la figura de la Virgen
María.
Dios creó el mundo de la nada
pero recreó el mundo con la
Virgen. Él que era creador se
hizo criatura para que de ese
modo,
todo
lo
que
le
agradecemos a Él, también se lo
agradezcamos a Ella, a la Virgen, de ahí a que naciera el Señor de