Página 176 - ROSARIOCORINTO

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generaciones se desmembran de los antecesores, o simplemente no
en todas las familias hay un padre estante, un abuelo mayordomo
o una tía penitente en dos o tres cofradías pasionarias. En esos
casos los compañeros nazarenos, los hermanos de cofradía se
hacen indispensables, aportando ese conocimiento, esa técnica
nazarena, ese ritual; y es aún más vital si por esos avatares de la
fortuna hemos querido seguir los pasos de cualquier nazareno
estante de los muchos tronos que esta Murcia nazarena ostenta,
sea cual sea nuestra devoción o advocación.
Por experiencia propia sé que de no haber sido por todos los
maestros que he tenido, nazarenos de pro que sin tener ninguna
obligación de enseñanza pusieron ante mí su conocimiento, su
paciencia, sus ganas y su saber estar nazareno, que sólo se
entiende cuando se está debajo de un trono, entre las andas y al
paso, ya que sin su apoyo hubiera sido imposible vestir las
enaguas y cargar al año siguiente el trono.
Pero no sólo es el
andar debajo del trono lo
que se trasmite por la
tradición. Se trasmite
una forma de vestir, el
saber que una túnica no
va en condiciones, un
rosario en el sitio
inadecuado, una enagua
caída o una “sená” deformada habla de algo más que un poco de
dejadez; trasmite problemas para uno mismo y para los
compañeros. Se trasmite que una mala forma de andar con el
trono perjudica al resto de la dotación del trono, y al resto de la
cofradía en sí misma. Y se trasmite que una nazarenía mal
entendida, que un nazareno “del día” el cual sólo se limita a lucir
la túnica y desfilar olvidando que se es nazareno todo el año,
olvida también que vestir la túnica corinta, como la magenta o la
“colorá” es mucho más que dar caramelos y ver a la familia y los
amigos, y hace que toda una cultura, una religión y una forma de