Página 25 - ROSARIOCORINTO

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De igual modo, también la Cofradía no es una especie de
sindicato o una Asociación que hemos inventado nosotros. Ha sido
Dios mismo quien nos ha convocado a formar parte de ella. Habrá
habido personas o acontecimientos que nos han empujado, pero
por detrás de todo estaba Dios mismo, el Santísimo Cristo de la
Caridad que nos llamaba y nos invitaba a entrar en su Cofradía.
Siendo esto así, hemos de tener muy presente siempre que nos
hemos comprometido con algo realmente hermoso y exigente, que
es mucho más que procesionar el sábado de Pasión; hemos sido
llamados a convertirnos en discípulos, amigos y testigos del Cristo
de la Caridad. La Cofradía es la convocada de Dios Padre para
que vivamos, de la mejor forma posible, el amor manifestado en su
Hijo Jesús. Lo primero, por lo tanto, que hemos de hacer será el
darle muchas gracias a Dios por habernos invitado a gozar de su
amor y amistad. Y junto con ello, el acercarnos frecuentemente a
las fuentes de la vida y del amor, que son la eucaristía y el
sacramento del perdón.
En segundo lugar, la Cofradía, como la Iglesia, ha de ser
Comunión, Unión.
Recordamos cómo en el Sinaí Dios hizo con Moisés y su pueblo
una alianza de amistad: de la chusma que salió de Egipto se llegó
a la unidad de un pueblo; los que venían de distintos orígenes
formaron un mismo pueblo, por lo que todos se convirtieron desde
entonces en hermanos. Más adelante, en la Pascua de Jesús, se
firmó en su sangre la definitiva Alianza. Cuando el Apóstol
Pedro, después de la resurrección de Jesús, habla a la
muchedumbre que viene de distintos países del mundo, todos lo
entienden, porque el Espíritu Santo está en medio de ellos. Ahí
nació el nuevo Pueblo Dios, en el que lo fundamental es también la
fraternidad. Ahí se superan las rupturas y divisiones y
comienzan unas nuevas relaciones entre los hombres y con Dios,
que significan un cambio revolucionario de las estructuras del
mundo basadas en la idolatría del poder, del tener y del gozar.
Ahora bien, la comunión o fraternidad toma cuerpo en las
comunidades eclesiales en forma de acogida, de un compartir