Página 35 - ROSARIOCORINTO

Versión de HTML Básico

RESURRECCIÓN, para alcanzar el perdón de los hombres, ¿puede
existir mayor caridad?
La CARIDAD, es la virtud cristiana, opuesta a la envidia y
a la animadversión. Estas se ven acentuadas, cada vez más, por el
materialismo y la secularización que corroe a los hombres, siendo
una deformación moral que ensalza la impunidad en contra de los
demás, despreciando el éxito ajeno y creando animadversión
contra quien posee algo que se desea y no se puede conseguir. Se
ingenian rumores inexactos, para sembrar dudas y perjudicar a
aquel o aquellos con los que se tiene cierta rivalidad, intentando
crear animadversión hacia ellos, causando un daño, a veces,
irreparable. ¿Cómo podemos vencer estas situaciones?. Solamente
con la caridad se puede aplacar la envidia y la animadversión,
porque sobre la naturaleza enclenque y pecadora, no se sostiene
nada perdurable. Las ansias furibundas por construir o concretar
lo que el orgullo motiva, es vanidad y Dios desmoronará las
operaciones presuntuosas.
La CARIDAD, palabra que oímos y expresamos, nos debe
llevar a reflexionar en profundidad su significado, a fin de no
olvidar su sentido; puesto que la caridad es la actitud solidaria
con el sufrimiento ajeno, es ir en auxilio de quién lo necesita y
debemos hacerlo por amor a Dios. La caridad no es indecorosa, ni
busca lo suyo propio, no se irrita, ni lleva cuentas del mal (Cor. 1-
13,5). Jesús dijo a sus discípulos: “Si tu hermano peca contra ti, ve y
corrígelo en privado”. Ante las verdaderas faltas, se ha de buscar
el bien del hermano, por eso, lo primero será hacérselo notar para
remediarlo, pero a solas, por justicia, por caridad. Este es un acto
de caridad, por amor al hermano, manifestándole tu corrección
fraterna, buscando su bien, haciéndolo en privado sin divulgar lo
conversado. De ese modo nuestra actitud será espejo del carácter
de Jesucristo, pues lleva incluida toda la generosidad que tiene su
corazón, dando testimonio, con nuestra conducta hacia los demás,
tratándonos entre nosotros como si estuviéramos tratando con
Cristo.