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LA COTIZACIÓN DE LAS PALABRAS
José Luis Durán Sánchez
Secretario del Real y Muy llustre
Cabildo Superior de Cofradías de Murcia
Sí, efectivamente las
palabras cotizan. En
una particular bolsa de
valores encumbramos y
defenestramos
la
cotización
de
las
palabras
siguiendo
modas o la cada vez
más
mediatizada
opinión pública. De
nada serviría negar que palabras como “caridad” coticen hoy
claramente a la baja en el lenguaje común. Siguiendo el símil
bursátil, diríamos que se recomienda infraponderar este valor en
nuestra cartera.
Es quizá por eso que al cumplirse 20 años desde que un
grupo de personas decidieron unirse bajo la preciosa advocación
de la Caridad, merezca la pena hacer una pequeña reflexión sobre
aquélla apuesta por un valor tan aparentemente en baja y sobre
las palabras y su poder configurador de la realidad.
Los griegos - los de verdad - distinguían tres tipos diferentes
de amor: eros, philia y agapé. Con ellos se hacía referencia en
primer lugar al amor carnal (eros), en segundo lugar al amor que
nace de la amistad (philia) y por último a un amor universal que
busca el bien del ser amado (agapé). Este último amor,
encumbrado por el cristianismo hasta constituirse en el verdadero
motor de cambio de toda la vida cristiana fue después latinizado
por el cristianismo como
Charitas o Caritas
y de ahí el vocablo
español “caridad”.
Pese a su brillante etimología, el campo semántico de la
palabra caridad se ha ido cargando a lo largo de los años de