Página 89 - ROSARIOCORINTO

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Me voy a centrar, fundamentalmente, en la Madrugá del
Jueves al Viernes Santo y como lo haría cualquiera, no voy a
empezar a relatarla, como si de un guión para televisión o radio
se tratase, quiero empezar a narrarla como si se tratara de un
viandante que la estuviese viviendo y sintiendo.
Para muchos, la Madrugá sevillana, empezaría en la puerta
de la iglesia de San Antonio Abad, sede canónica de la
Hermandad del Cristo del Silencio o por qué no, ir a primera hora
de la tarde a coger un sitio privilegiado cerca de la salida de la
Hermandad de la Macarena o de la Hermandad de la Esperanza
de Triana. Pues no, esa no es mi Madrugá, así no empieza la mía,
la mía empieza a eso de las 22:30 horas en la Plaza de San
Lorenzo, junto a la Basílica del Gran Poder, el Señor de Sevilla,
cuando sobre esa hora llega como visita de cortesía, como si de un
mar de plumas blancas se tratase, la Centuria Macarena a rendir
honores a Jesús del Gran Poder, sí, al Señor de Sevilla, una
Centuria cuya primera salida en procesión, está documentada
allá por el año 1600 más o menos, desde que empezó a procesionar
en la Hermandad de la Macarena el misterio de la Sentencia de
Pilatos a Jesús, es un acto de los muchos que Sevilla tiene dentro
de su Semana Mayor, es impresionante ver como esos 120
miembros que componen la Centuria Macarena, pasan uno por
uno, incluida la banda de CCTT, que dicho sea de paso es la única
banda que aún conserva el toque tradicional de las bandas de
CCTT y que entre sus instrumentos solo conservan el sonido de las
cornetas y los tambores, para rendirle honores al Señor de Sevilla,
antes de salir y hacer su Estación de Penitencia, con su
hermandad. Es algo que hay que vivir, dentro de la Semana Santa
Sevillana.
Una vez visto este acto, yo me dispongo a coger sitio en la
calle del Gran Poder, justo en la esquina de la plaza de San
Lorenzo, con calle Gran Poder, para poder ver en primera fila,
procesionar al Señor de Sevilla, es emocionante poder verlo pasar
justo delante de tí y poder orarle dentro del silencio que este
cortejo pone en la calle, pues como dirían algunos entendidos del
tema, “al paso del Gran poder solo se ha de oír, el rachear de sus