Página 96 - ROSARIOCORINTO

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Ya en 1731, una “
Obligación”
contraída por la Cofradía de la
Sangre con Francisco y Alejandro Villa apunta aspectos más
concretos; así, los 25 nazarenos que componen este séquito se
distribuyen del siguiente modo:
“10 con hachas encendidas, otros 10
con gallardetes arrastrando cajas destempladas de guerra, otros 2
para que lleven y toquen la bocina y clarín, y otro para que rija y
gobierne dicho paso”.
De modo que, por vez primera, figuran
referencias a los característicos instrumentos de la “Burla”. La
permanencia de este uso en las procesiones llegará a la tercera
década del siglo XIX pues, tras la “
francesada”,
el mayordomo José
Portes Miras será comisionado para dirigir la ejecución de unos
gallardetes nuevos.
Sin embargo, la fisionomía de los referidos
“pasos”
se alteró a lo
largo de las décadas siguientes de forma que a finales del XIX,
prácticamente, no existen referencias a sus elementos. El interés
existente por la música popular y
el folclore murcianos lleva a la
edición de diferentes títulos que
tratan de preservar y dar a
conocer el patrimonio tradicional
intangible. Pese a ello, la sonoridad
de la
“Burla”
no cuenta con el
favor de los eruditos e incipientes
musicólogos quienes se dedican a otros usos localistas. Tan sólo el
músico José Verdú recoge, ya en el siglo XX, los pormenores de una
de estas interpretaciones musicales de forma que constituye hoy día
un elemento indispensable para estudiar el origen y las
peculiaridades de estos sonidos autóctonos.
La cuestión histórico-musical
La partitura incluida por Verdú dentro de su recopilatorio de
música tradicional y popular concierne a la denominada “
Llamada ó