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Concejo y la sociedad murciana a las medidas extremas de la Inquisición. Más cerca, anexa, en el solar que
hoy ocupa la plaza de las Flores, se hallaba la carnicería de la ciudad. Tal era el trajín y la categoría que
reunía la plaza, que, según se puede leer en las actas capitulares depositadas en el Archivo Municipal, en
más de una ocasión hubo intentos de convertirla en la plaza mayor al estilo de otras ciudades, sin embargo
la oposición de algunos propietarios de solares anejos, miembros de la más alta nobleza, hizo imposible
acometer el proyecto, siendo, al final, abandonado.
En fin, aquellos elementos hicieron de la plaza de Santa Catalina un punto fundamental muy
transitado en la Murcia antigua. Es por ello que el concejo de Murcia, muy consciente de su importancia,
acordó colocar un reloj, el primer reloj de la ciudad, en la torre de la iglesia de aquella plaza, para que
marcara el ritmo de la vida de sus habitantes. Hoy día, en cierta forma, la plaza de Santa Catalina sigue
teniendo esa vitalidad de antaño: ahora en forma de locales de ocio y comercios, algunos de ellos, como la
vecina Confitería Bonache, depositaria de una rica tradición. Importante es, además, el papel que en los
últimos años la Cofradía de la Caridad ha impreso en la tarde – noche de los sábados de pasión de nuestra
Semana Santa.