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es más moral que físico. Su mansedumbre nos aplaca mientras los ojos humedecidos amortiguan la
angustia que se escapa de ellos sin lágrimas, sin gritos y en el más sórdido de los silencios.”
En 1989, la familia Ortiz Marín confía el encargo de la imagen del Santísimo Cristo de la
Flagelación al escultor José Hernández Navarro, y solicita permiso para fundar una cofradía en su honor.
A su término, en 1990 fue donado a la parroquia de Ntra. Sra de la Salceda, en Las Torres de Cotillas. La
efigie, de madera policromada fue esculpida en su totalidad a partir de una sola pieza de madera sin
añadido alguno. El Cristo procesionó por vez primera la mañana de Viernes Santo de 1991, con sólo
catorce nazarenos que a
día de hoy se tornan en
cientos.
El escultor escoge
esta escenografía para
representar uno de los
momentos
más
dramáticos de la Pasión
de Cristo: Jesús, solo,
atado a una columna
después de ser torturado
por
los
soldados
romanos. En la efigie de
Las Torres de Cotillas,
éste se presenta con aires
de
abatimiento,
de
resignación, con una
actitud derrotista, aunque
no muestra el dolor plenamente, ni se desarrollan las llagas del cuerpo en una figura con musculatura
desarrollada sutilmente. Pero para imprimir más fuerza a la imagen, acentúa la sensación de soledad
utilizando una columna alta de madera en una sutil alusión a la Cruz que subraya su destino. Es el árbol
que da vida eterna, el fruto prometido por Dios. La composición del paso es marcadamente vertical, cuyo
eje principal lo conforman la propia
columna y la imagen de Jesús, que se
dispone paralelo a ella. Esta primera
elección iconográfica será seguida tres
años más tarde por la realizada para la
Cofradía del Amparo en 1994, con
columna baja, provocando con su
lastimoso estado la compasión del
espectador en una búsqueda intencionada
por impresionar al creyente y con un
sayón que azota a un Cristo escorado por
el castigo pero de una belleza que, como
sello distintivo del artista, no renuncia a la
serenidad de la faz clásica llena de
humildad y consuelo. Sin duda, la última
gran obra adquirida con atino por la