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solo instante su sonrisa, para que continúe tocando la campanilla y siga el camino previsto.
Este año la procesión es especial. ¡Hay un importante estreno! Un Guión-Tabla que ellos
acompañan. Es un lienzo de la Virgen con el Niño, un cuadro alzado alrededor del que revolotean
alegremente, se llama ―La Tavoletta‖, ¡le gusta este nombre! Tal vez no llegue a apreciar su valor
artístico pero es evidente que algo de esa imagen les es muy cercano. André sabe que su madre ―no
le quita ojo‖, y eso que le pidió que no le acompañara, que ya era mayor y podía ir solo. Le
sorprende sin embargo ver como apenas ella utiliza la cámara de fotos que lleva consigo, la ve
sumida en sus pensamientos, seguro que está emocionada, como cuando los ojos se vuelven de
color cristal.
Lo que más le ha impresionado de todo es la imagen de la Virgen, ese rostro de extrema belleza
que descubrió en el interior de la iglesia, el paso va tras de él, tiene que volver la cabeza una y otra
vez para poder contemplarla, al salir al exterior parece haber cobrado vida. ¿Será esto lo que en
clase de religión le indican? ¿De verdad son ojos de vidrio pintados artesanalmente estos que
roban a su paso, es posible que una expresión tallada en madera de cedro provoque en el corazón
un desgarro de dolor y a la vez una sensación de esperanza? No le extraña que la gente a su paso
quede ―inmóvil―, que delicada expresión, parece sufrir tanto y a la vez transmite tanta dulzura y
aceptación… Le ha sorprendido ver tras de ella lo que le han dicho que se llama ―Palio‖, lo había
visto en la tele en las procesiones de Sevilla, es negro como su manto y los que lo llevan muestran
el orgullo de saber que es una manifestación de respeto.
El recorrido de la procesión por las calles de la Murcia antigua es para André un escenario
cotidiano, su casa, su cole… es sorprendente transitar por calles tan estrechas como la de
Jabonerias, al llegar a la plaza del Romea tiene que contener la respiración… ¿Podrá el trono pasar
por debajo del Arco de Santo Domingo? ¡Es imposible! Hay mucha gente agolpada al otro lado del
Arco, en la plaza, expectantes: es uno de los momentos más emocionantes del cortejo.