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TARDE DE SABADO SANTO
Antonio Munuera Alemán
A las cinco de la tarde se abren puntualmente las puertas del Templo de Santa Catalina.
Comienzan a salir penitentes e insignias del cortejo de Nuestra Señora del Rosario en sus misterios
dolorosos. Unos instantes más tarde es nuestra madre, la Virgen del Rosario, la que comienza a
vislumbrarse bajo el dintel de la puerta de Santa Catalina. Poco a poco va saliendo a la calle, entre
nubes de incienso, como si del mismo cielo estuviera bajando hasta la murciana Plaza de Santa
Catalina, para postrarse de rodillas y comenzar su dolorosa meditación ante todos aquellos que
quieran acercarse a verla y acompañarla por las calles de nuestra ciudad.
Cualquiera de las estrechas y añejas calles por la que transitará nuestra madre pueden ser idóneas
para acompañarla en su dolor. Entre luminarias de cera, cruces y nubes de incienso, irá
recorriendo Nuestra Señora del Rosario las calles de Murcia; no solamente vista y olfato es la
Semana Santa, pues el tintineo de las pequeñas campanas que acompañan el guión-tabla con la
imagen pintada de la Virgen del Rosario, nos preludiará su inminente llegada.