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<Flagelación>, pero Pilato, lo entregó para que fuera crucificado.
Siguiendo el camino del que ya era sabedor, El, es conducido por los soldados al Pretorio donde
<Jesús es coronado de espinas>, es escarnecido, insultado y vejado, cubriéndolo con un manto
púrpura y colocándole un cetro en su mano, que no representaba ese poder de rey, sino que era
sólo una caña endeble como mofa a su pretendida divinidad.
María, no estaba allí, pero sentía ese lento dolor y cruel martirio que estaba sufriendo su Hijo.
Tras esa dolorosa burla, <Jesús con la Cruz a cuestas>, va camino del Calvario, va camino de la
Cruz para ser ajusticiado, para antes, encontrase con su Madre en la calle de la amargura
acompañándole en su sufrimiento y estando a sus pies en <La Crucifixión>, Jesús la miró y le dijo:
"Yo Te entrego a Mis hijos bienamados para que sean, también, Tus hijos. Tú Serás Su Madre".
Madre nuestra, hay veces que en ocasiones es muy difícil querer y poder expresar con palabras lo
que uno siente y lo que Tú, nos hace sentir. Quizá, las palabras nunca lleguen a expresarlo, pero en
tu silencio, tu inmensidad de Amor siempre está presente.
Siempre estás ahí para lo que te necesitamos, desde lo
más banal a lo más primordial, da igual el momento,
el día, la hora o situación, siempre estás, e incluso en
nuestras ausencias, cuando no
<estamos>
juntos,
también estás, porque siempre te sentimos a nuestro
lado y aunque en nuestro caminar penitente miremos
hacia delante, se que si miramos detrás, sin nosotros
pedirlo, ahí estás protegiéndome, protegiéndonos.
Madre, eres parte de nuestra vida, no eres alguien que
pasara y desapareciera, viniste, te quedaste y estas
presente en cada momento, en cada paso que damos
y hoy soy yo el que viene a caminar contigo, el que
quiere hacerte más llevadero tu dolor, el que quiere
coger tú Rosario, asirlo a mi cintura, para que en la
balanza del Juicio Final, tu Rosario, pese más que las
faltas que hallamos cometido.