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paz interior, Jesús nos da la paz, Él es nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida, sin Jesús,
volvemos al tortuoso camino del principio, perdemos nuestra paz.
La Iglesia Católica sostiene que la falta de paz en el mundo, proviene de la falta de paz en el
interior del hombre:
En realidad de verdad, los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese
otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano. Son muchos los
elementos que se combaten en el propio interior del hombre. El hombre experimenta múltiples
limitaciones; se siente, ilimitado en sus deseos y llamado a una vida superior. Atraído por esto,
tiene que elegir y que renunciar. Más aún, no raramente hace lo que no quiere y deja de hacer lo
que querría llevar a cabo. Por ello siente en sí mismo la división, que tantas y tan graves discordias
provoca en la sociedad.
Y afirman también que el contacto con Dios será lo que traiga consigo la paz del alma:
―La comunión con Dios es manantial de serenidad, de alegría, de tranquilidad, es como entrar en
un oasis de luz y de amor". San Juan Pablo II, miércoles 21 de abril de 2004.
Para nosotros los enamorados de la Semana Santa, de esos siete días llenos de sentimientos y
contradicciones entre colores de oscuridad y de luz, pasando por las manifestaciones de dolor, por
la pasión y muerte y de júbilo por la Resurrección del Señor. Experimentamos en estos días
concretamente la paz, la sentimos cerca, en el momento en que mas allá de nuestras procesiones,
nos emocionamos con la manifestación catequética que ponemos en las calles año tras año, donde
el entendimiento de la redención de nuestros pecados, por la muerte de un Hombre, es lo que
nos llena de paz y de amor; si no, de qué otra forma tendría sentido que un hombre ofreciera su
vida de esa forma y manera. Todo está en la paz y serenidad con que Jesús decidió darse al Padre
Dios, por nosotros. Una vez que hemos entendido y aceptado la pasión y muerte de un Hombre,
la celebramos y la manifestamos una y otra vez esperando la Resurrección.
Paz y Bien