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IMPORTANCIA DE CUIDAR LAS ARTES MENORES EN LAS COFRADÍAS
Fernando J. Asensio Dexeus
Nazareno murciano
―Tiraba Rosalía de los cajones de la cómoda
suavemente para no hacer ruido; sacaba faldas, cuerpos
pendientes de reformar, pedazos de tela cortada o por
cortar, tiras de terciopelo y seda; y poniéndolo todo sobre
un sofá, sobre sillas, baúles o en el suelo si era necesario,
empezaba un febril consejo sobre lo que se debía hacer
para lograr el efecto mejor y más llamativo dentro de la
distinción. […] y era su cuchicheo rápido, ahogado,
vehemente, a veces indicando indecisión y sobresalto, a
veces el entusiasmo de una idea feliz‖.
Benito Pérez Galdós, La de Bringas
(1884).
Es por la tarde, nos recorre la emoción de asistir a un
gran acto, nos vestimos para la ocasión, porque en
nuestro teatro Romea, o en el Auditorio, una compañía
estrenará una obra o una sinfónica interpretará un
concierto. Llegamos y vemos cómo el público ha
vulgarizado estos momentos, podemos ponernos cualquier hato para asistir a un acto que alguien
ha preparado con tanto esmero y dedicación, algo que nos hará recordar, oler, escuchar, mirar,
admirar, en definitiva, nos hará sentir.
Vamos a misa. En una hornacina, como encajado, hay un fraile vestido de marrón, con la túnica
tallada medio roída, una capa de polvo le da más credibilidad a este eremita; en otra, un
crucificado con los ojos cerrados, sin corona de espinas,
sangre en su cabeza y la llaga en su costado, suavizada
por una capa de algo blanco, puede que procedente del
techo repintado hace unos años; cerca, una imagen
femenina vestida con telas estampadas, parecen motivos
orientales, el símbolo de la longevidad sobre
crisantemos; junto al fraile un búcaro de cristal con un
par de tristes claveles; junto al crucificado, un centro de
rosas rojas marchitas, pero no tanto como el de la
Virgen, que casi huele a podrido, sobre el mantel
pétalos marrones de flores que pudieron ser blancas.
Qué importante es el decoro en las imágenes de
veneración. Pitágoras decía que el orden es el más
hermoso ornamento de una casa. No hacen falta
grandes, ni espléndidas prendas para dignificar una
imagen.