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coincidencia de que comenzaron el segundo sábado de la Cuadragésima, o lo que es igual, el
mismo día en que concluyen en la actualidad los dedicados al Cristo de la Caridad.
En esos tiempos era costumbre celebrar el día del santo o la santa titular de los templos con una
gran función solemne, para la que se engalanaban con luces y flores todos los altares de la iglesia de
que se tratase. A través de las descripciones que se hacen en la prensa, podemos averiguar qué
personas se ocupaban de cada uno de ellos, y así, con motivo de la fiesta de Santa Catalina, en
noviembre de 1893, se nos dice en el Diario de Murcia que quien se encargaba de la capilla del
Cristo de la Paciencia era la señora de don Francisco Horte.
Por medio de una información similar, suministrada por Las Provincias de Levante en 1897,
sabemos que el nombre de la piadosa camarera era doña Dolores Cuadrado, como nos
informamos también de que en el remate del retablo se veneraba una reliquia de San Calixto.
Una ligera búsqueda, nos permite encontrar referencias al señor Horte como administrador
interino de correos en 1867, o como donante de un manto nuevo a la Virgen de la Fuensanta en la
feria de 1879, e incluso como miembro de la Junta Local de Primera Enseñanza, nombrado en
1882. Aparece también en la larga relación de murcianos que ofrecieron ayudas dinerarias para los
afectados por los terremotos habidos en Granada y Málaga en 1885, o de los que mostraron su
solidaridad con las víctimas del Teatro de la Ópera de París en 1887.
Don Francisco Horte y Sanz era concejal en 1889, puesto que abandonó en enero de 1894, y
durante ese tiempo vuelve a estar presente en las relaciones de suscriptores para la edificación del
Manicomio o el establecimiento de la Tienda Asilo, lo que ofrece una buena muestra de que se
trataba de una persona tan piadosa como comprometida socialmente. Como también era
archicofrade del Rosario, y fue el encargado por la desaparecida corporación radicada en Santo
Domingo de hacer la colecta en las parroquias de San Pedro y San Nicolás para los gastos que se
realizarían con motivo de la ejecución de Josefa Gómez, condenada por el célebre ‗crimen de La
Perla Murciana‘.
El señor Horte vivió en el número 8 de la calle de Ruipérez, también llamada hasta hoy de las
Mulas, y falleció en el mes de octubre de 1898, aplicándose las misas por su eterno descanso en la
iglesia de Santa Catalina.
No hay nuevas noticias sobre el Cristo de la Paciencia de Santa Catalina hasta la fiesta de la titular
de la entonces parroquia correspondiente al mes de noviembre de 1923, aunque sí de otras
imágenes de igual advocación que recibían culto en las vecinas iglesias de San Bartolomé y San
Pedro y de otra en San Juan Bautista. En esos días se encargaba del ornato de la capilla doña Ana
Feliú, viuda de Puig, mientras que en 1929 encontramos como responsables del arreglo de luz y
flor a don Juan Jesús Albarracín Viruete y su esposa, doña Juana López Ortín.
El entonces propietario de la conocida funeraria de Jesús dedicaba a la memoria de sus padres,
don Juan Jesús Albarracín Sánchez-Osorio y doña Elisa Viruete Martínez, las misas del día 18 de
noviembre, que se celebraban en la capilla del Cristo de la Paciencia, a las que se sumaban, por la
tarde, un responso cantado. Las noticias sobre esta ferviente familia nos permiten saber que en
mayo de 1929 entronizaron una imagen del Sagrado Corazón de Jesús en su domicilio de la plaza
de las Flores, siendo el cura de Santa Catalina, don José Abad, el encargado de bendecir el acto.
Don Juan Jesús Albarracín Viruete falleció en el mes de abril de 1961, y su esposa, doña Juana
López Ortín, en noviembre de 1966. Para entonces, aquellas misas de sufragio en la capilla del
Cristo de la Paciencia eran un lejano recuerdo.