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La imagen que cerraba el cortejo fue llevada por un grupo de voluntarios de varias cofradías y
llevada en el trono de La Virgen de Fátima de San Antolín y con unos bellos candelabros de
guardabrisas cedidos generosamente para el evento por la Cofradía de la Preciosísima Sangre.
Ante el trono de la Inmaculada iban las representaciones de hermandades invitadas, presidencias
de las hermandades participantes y tras él la presidencia eclesiástica, cerrando la banda de música
municipal de Archena.
Tampoco no se nos puede olvidar la participación de otras cofradías hermanas que nos
acompañaron en la procesión y trajeron sus estandartes o pendones hermandades de gloria de
algunas poblaciones y pedanías y otras de hermandades de pasión de la ciudad.
El grupo de regidores generales de la procesión estaban perfectamente dirigidos por José Rubio, e
iban personalizados con unos cetros cedidos por la cofradía del Resucitado.
Para finalizar solo podemos dar gracias a Dios por habernos permitido participar y en esta
maravillosa experiencia y ser espectadores de excepción de un hecho histórico para los anales de
las cofradías murcianas y para toda la ciudad de Murcia.
La procesión tuvo una magnífica aceptación en la ciudad dado el numerosísimo público que pudo
admirar el largo pero vistoso cortejo. Porque si hay un elemento a destacar en el desarrollo general
del evento fue sin duda la climatología. La cual rompiendo todos los pronósticos de lluvia intensa
para el día 29, así como la víspera en que se hicieron los traslados, la lluvia dio una ―casi milagrosa
tregua‖. De modo que pudieron desarrollarse con normalidad los traslados previstos para el día 28,
para llover después durante toda la noche y amainar en las primeras horas del día 29 llegando a
disfrutar de un sol espléndido durante casi todo el día y volver a aparecer la temida lluvia tras la
entrada del último trono. Esta contingencia restó público especialmente foráneo que ante tan
alarmistas predicciones no arriesgaron, pero con todo y con eso se vio numerosísimo público a lo
largo de todo el recorrido.
A pesar de los casi unánimes elogios que hemos tenido los organizadores somos conscientes que
hay cosas manifiestamente mejorables, el poco tiempo que se ha tenido para preparar el evento es
en buena parte culpable de esos fallos, pero aun así , hablando por mi pero creo que recogiendo el
sentir de todo el comité organizador y las directivas de las hermandades participantes, nos sentimos
profundamente orgullosos de haber llevado a buen puerto esta conmemoración y nuestros
esfuerzos, algunos que otros sin sabores, trabajo y horas de sueño perdidas las ponemos como
ofertorio a los pies de la más rutilante de las Estrellas del firmamento, María Santísima Madre de la
Iglesia .