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Muy Ilustre y Venerable Cofradía del Santísimo Cristo de la Caridad
Amor se escribe con H de Hombre, porque la “locura”
cristiana es afirmar que
Jesucristo es Dios, es decir, que Dios se encarnó en el seno
de una mujer y compartió en
todo nuestra condición, menos en el pecado.
Amor se escribe con H de Historia, de realidad concreta de
cada día y de cada hombre, porque el misterio de la Encarnación
está a la base de la fe cristiana, y la ley de la encarnación recorre
toda la vida de la Iglesia, de modo que el cristianismo es un acon-
tecimiento de salvación, un encuentro entre el hombre y Dios,
en Jesucristo, y no pura teoría, ideología o sentimiento. Y cada
hombre tiene su historia concreta de tristeza o de gozo, de amor
o desamor, que debe ser acompañada.
Amor se escribe conHde Hermano. Leemos enMt 25,35ss.:
“Porque tuve hambre… tuve sed… estuve desnudo, enfermo, en
la cárcel… y me vestiste… y viniste a verme…”. La identificación de Jesucristo con cada hombre, con
todo hombre, especialmente con el más menesteroso, es la raíz y el núcleo del amor humano, de la
caridad cristiana. La parábola del “buen Samaritano” para explicarnos aquello del “prójimo”, o la
promesa de que “el que os dé a un vaso de agua porque sois mis discípulos no quedará sin recompen-
sa”, lo confirma.
Y Amor se escribe con H de Hambre. El hombre de hoy, como el de siempre, necesita ser ali-
mentado materialmente, sí, pero precisa de un alimento más importante, porque nada le sacia. Y
el hombre de hoy sufre también por otras muchas lacras de la sociedad, muchos y nuevos tipos de
hambre: soledad, incultura, amor quebrantado, intolerancia, desarraigo, enfermedad… sentido en
su vivir... y nos grita pidiendo ayuda. Sabe por
propia experiencia que precisa de otro alimento
más profundo, y Jesucristo le dice: “Yo soy el
pan vivo, bajado del cielo... Si no coméis la car-
ne del Hijo del Hombre no tenéis vida en voso-
tros... Porque mi carne es verdadera comida...”
(Jn 6,51.53.55).
Sólo el Amor es capaz de saciar cualquier
Hambre de cualquier Hombre. Y todo hombre
tiene derecho a mi amor, porque es mi Herma-
no, porque en él descubro el rostro de Cristo, el
Hijo y porque yo soy Cristo para él en la dona-
ción, en la entrega de mi vida.
Nos lo ha dejado claro el Papa Benedicto XVI: “El amor -caritas- siempre será necesario, incluso
en la sociedad más justa. No hay orden estatal, por justo que sea, que haga superfluo el servicio del
amor. Quien intenta desentenderse del amor se dispone a desentenderse del hombre en cuanto hom-