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MARÍA, ESPERANZA DEL CRISTIANO EN MEDIO DE
LOS MISTERIOS DOLOROSOS:
LA DECIMOQUINTA VELA DEL TENEBRARIUM
Miguel López García
Sólo Tú, como llama encendida
Sólo Tú, desolada, creías.
Sólo Tú implorando esperabas
Que de muerte volviera la Vida,
Nuevo día de eterna esperanza.
(Himno Bizantino para la Liturgia de Sábado Santo)
Las procesiones de Semana Santa, como
expresión cultual de carácter universal, tienen
su verdadero sentido en la peculiar relación
que establecen en ellas:
piedad popular y
liturgia
. Cuando la paraliturgia procesional no
sirve de apoyo a la celebración litúrgica, las
procesiones pueden degenerar hasta ser un
mero espectáculo o acto folclórico
cultural(1).Desde que en la Edad Media las
procesiones votivas se ampliaron con otras en
las que, haciendo penitencia, se meditaba la
Pasión – manifestaciones que alcanzan su
punto álgido durante la época barroca- las
congregaciones, hermandades y cofradías
entendieron, perfectamente, que la pública
estación penitencial solo tenía su razón de ser
si servía de complemento a los evocadores
signos que, durante los días de Semana Santa,
desarrollaba la liturgia dentro de los templos.
La incorporación de las imágenes a las
procesiones necesitó de una larga y compleja
evoluciónpero siempre siguió el mismo
esquema: grupos o imágenes exentas que
reproducían
pasajes
delos
evangelios
proclamados en los templos a partir de la
quinta semana de Cuaresma, y tras los
―misterios‖, sola o acompañada por el
evangelista Juan, la Virgen María. Esta realidad quesigue siendo una constante en muchos puntos
de nuestra geografía, también lo es en las cofradías más antiguas de Murcia: después de los pasos
que representan los misterios de la pasión, cierra el discurso de la procesión la imagen de María.
Muerto el Hijo, solo Ella - La Soledad en el Perdón y el Sepulcro, La Dolorosa en Jesús y la
Sangre - es la esperanza de la Iglesia, la única llama encendida de la fe: la
―decimoquinta vela del
tenebrarium‖.
Si quería ser fiel a esa interrelación liturgia-procesión, la Cofradía del Stmo. Cristo de la Caridad,
mariana desde su constitución en torno a los misterios dolorosos del Rosario, no podía ni debía