Página 115 - revista02

Versión de HTML Básico

115
terminar su presencia en las calles de Murcia con Jesús crucificado, por ello, a nuestro juicio,
acertadamente, amplió su catequesis con la imagen de la Virgen del Rosario en sus Misterios
Dolorosos e igualmente de forma muy acertada fijó la salida de ese trono el Sábado Santo,
compartiendo la tarde con otra imagen de María que, bajo la evocadora advocación de ―la Luz‖ en
su Soledad, acompaña a Cristo Yacente, como si de la
―decimoquinta vela del tenebrarium‖
se
tratara.
Horas antes de la Vigilia de Pascua, Nuestra Señora del Rosario, solemne, austera, triste, oscura,
pero sobre todo, llena de esperanza en medio del dolor, cierra el discurso que la Cofradía de la
Caridad comenzó siete días antes: el Sábado de Pasión. En la víspera de la Dominica de Ramos, la
gran procesión corinto desgrana con sus ocho pasos las últimas horas de la vida de Jesús: los
Misterios Dolorosos. Con ellos acerca a los fieles el Evangelio de la Pasión proclamado esa misma
tarde en todas las iglesias de la ciudad. Es la ―Hora de Cristo‖: en el Huerto, azotado, coronado de
espinas, gravado en el paño de la Verónica, cargado con la cruz y muerto en el Calvario,
acompañado, solamente, del Discípulo Amado y la Madre Dolorosa.
Christusfactus es pro nobisobédiensusque ad morten, mortenauten crucis‖
(2)