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PAX
José Victorio Miñano Turpín
Presidente de la Cofradía Virgen de los Dolores, San Juan y Señor Resucitado
Ricote
Son días difíciles. Son días en que dices, no soy
de Jesucristo soy del otro… mejor no
nombrarlo. Has discutido, has dicho
improperios, hasta blasfemado, y qué culpa
tendrá Él. No lo has sentido al decirlo, menos
mal… y ¿por qué? Mal estado de ánimo, malos
gestos, respuestas inadecuadas, un sinfín de
cosas que vas acumulando y que no vas
depurando; porque sí, somos como
depuradoras, nos vamos cargando de cosas
sucias e inadecuadas y tenemos que remover y
tirar, nunca dejar dentro de nosotros. Es
evidente que nuestro camino no es un bosque
con hermosos árboles, que nos cobijan, lleno
de flores que nos regalan los ojos y el olfato,
llano y limpio donde el caminar es fácil. No, no
es así, esto sería demasiado sencillo y hermoso,
sería ya el cielo. Nuestro camino, vida, tiene
algunos de esos tramos y que disfrutamos. Pero
los que nos hacen fuertes y nos preparan, son
otros caminos, y son los que nos hacen disfrutar
aquellos. La vida, la convivencia, no siempre es
lo que uno desearía, pero la ausencia de
árboles, de flores, de sendero recto, llano y
limpio, y la proliferación de desiertos, de ausencia de color y sendas empinadas y piedras en ellas,
no son otra cosa que pruebas y puntos de atención para nuestra preparación; si superamos este
duro entrenamiento podremos competir, no digo ganar, eso es lo que menos importa, lo
importante es estar en la competición, que nada ni nadie te saque de ella. Estamos en un camino,
vida, de competición, insana muchas veces, porque hay ausencia de paz.
―La paz del cuerpo humano es el equilibrio ordenado de todos sus órganos; la paz del alma es la
armonía del conocimiento racional y la voluntad; la paz doméstica es la concordia de las familias y
las sociedades, obtenida solo por el amor, los mandamientos y la obediencia; la paz de la ciudad es
la misma concordia familiar extendida a todos los ciudadanos; y la paz de la ciudad cristiana es una
sociedad perfectamente ordenada de hombres que gozan de Dios y se aman mutuamente en el. En
todas las cosas, pues, la paz es la tranquilidad del orden‖, Don Bricio, en el Alma de la Ciudad de
Jesús Sánchez Adalid. Después de releer este texto y su reflexión, ya no sabes si seguir escribiendo
o dejarlo. Cuantas veces a lo largo de nuestro camino habremos oído y pronunciado la palabra Paz;
la paz esté con vosotros, mi paz os doy, la paz contigo, paz y amor, paz y bien, paz para el mundo.
No es una palabra de tres letras, es un sentimiento, es un estado de ánimo, es la tranquilidad del
alma, es nuestro orden interior, que se manifiesta en todos y cada uno de nuestros actos, no existe
paz externa, la paz es interna, y se manifiesta en cada uno de nuestros actos y formas.
Ahondando en nuestro camino de vida, Muste decía: «No hay un camino hacia la paz, la paz es
camino», toma tu cruz y sígueme, yo soy el camino, la verdad y la vida… he aquí nuestro estado de