Página 105 - revista corregida final total

Versión de HTML Básico

Rosario Corinto 04
105
que copian las grafías y morfologías expresivas de sus obras, incluso su método y forma de tratar los
materiales. Por consiguiente, ello redunda en lo que puede denominarse una valoración aproximativa,
pero en muchos casos no definitiva en cuanto a una determinada autoría.
Es más, el que se supone como mayor documento de fiabilidad, es decir, el soporte documental,
en muchos casos es presa de equívocos, pues los escritos, pueden ser relevantes cuando se refieren a
obras realmente ejecutadas y que contienen datos fiables, como pueden ser los contratos de encargo
y hechura. Sin embargo, aun cuando se cuenta con textos instrumentales que pueden considerarse
pertinentes para llevar a efecto la labor de atribución, algunos no son plenamente contundentes, pues
con el devenir del tiempo y los testimonios históricos que en ellos se plasman, éstos pueden ser presa
de ciertas valoraciones y alteraciones subjetivas.
Por todo lo anterior, el atribucionismo, inserto en la lógica y criterio del ojo y visualización del
experto, está sujeto a la intervención de expectativas mentales del individuo que estudia la obra en
lo que respecta a la interpretación de los datos visuales que ésta aporta. Además, esos mecanismos
fisiológicos de índole visual han sido superados por el desarrollo tecnológico que brindan elementos
como los análisis radiológicos y químicos de la materia artística, de hecho, los datos que ofrecen
los gabinetes técnicos de documentación e investigación artística, están revolucionando las bases
tradicionales de la atribución y, de hecho, en el futuro, sería deseable que la formación de amplios
bancos de datos sobre materiales y técnicas empleadas permita mejorar la catalogación de las obras.
Sin embargo, la información que ofrecen estos nuevos recursos no siempre es fácilmente interpretable,
y la determinación final necesariamente descansa sobre la emisión de un juicio personal basado en la
experiencia.
Lo cierto es que, bajo los postulados y criterios de la historiografía del arte actual, el
atribucionismo, aunque utilizado ampliamente por historiadores profesionales, es un método
ahistórico, extremadamente útil como herramienta para la historia, pero siempre considerando a la
obra de arte desde unos parámetros que ignoran su historicidad.
Es un sistema insertable dentro de un discurso historiográfico siempre que se le considere una
metodología auxiliar que, como es la paleografía, prepare el camino al investigador asentando los
materiales para una interpretación sucesiva que es compleja y totalizadora, pues engloba muchos
aspectos que van más allá del meramente artístico.
De ello, se interpreta que las atribuciones en el campo de la imaginería religiosa no son el
elemento central de valoración de la misma. La capacidad persuasiva de la efigie, su entidad icónica
y devocional, van plenamente desarrolladas conforme a su estética, a su forma, a su acabado en
consonancia con lo que el pueblo o los espectadores demandan, y de ello deriva el juicio artístico
que se puede realizar, independientemente de la autoría, elemento que es sin duda de gran interés,
pero nunca plenamente esencial en lo que respecta a la valoración crítica del experto e incluso del
aficionado y del creyente.