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Muy Ilustre y Venerable Cofradía del Santísimo Cristo de la Caridad
cruzar el Arco de Santo Domingo con vítores y
aplausos, asoma en la plaza, donde el olor a aza-
har la espera.
Llega a las Anas donde las monjas aguar-
dan su llegada esperando verla a través de las
ventanas, “ahí llega” dicen ellas, “ya está aquí”.
Como año tras año, preciosa, radiante con su
rosario entre sus manos, desprendiendo una
aroma floral y de fondo una melodía tras otra,
como Virgen del Valle, Mektub, se despide por
la calle Santa Ana de sus madrinas.
Nuevamente pasa por Santo Domingo y
la plaza se llena de gente para verla pasar nuevamente “otra vez que no me ha dado tiempo a fijarme
en los detalles de tan preciosa imagen”, dicen por fuera del cortejo procesional.
De vuelta por Trapería, una de las calles más nazarenas y emblemáticas, llega a la Plaza de la
Cruz donde este año pasado Curro Piñana la esperaba en un balcón para cantarle una saeta a nuestra
Madre de Dios. Una vez acabada y con todos los asistentes con “los pelos de punta”, se dirige por
Soportales a la gran plaza.
El silencio irrumpe en la Plaza del Cardenal Belluga donde la catedral se arrodilla ante ella, la
plaza se hace pequeña, la Madre llora triste por la pérdida de su Hijo y todo el mundo la acompaña
en su dolor, todo el mundo guarda silencio. Allí desde lo alto el señor Obispo le lanza su bendición
para poder seguir su camino de dolor y silencio hacia Santa Catalina.
Llegan esas calles de recogimiento, belleza y estrechez que aguardan su paso silencioso, las
calles Frenería, Puxmarina y Sociedad.
Por el mismo camino de las cinco de la tarde cruza la Gran Vía y regresa a la Plaza de Santa
Catalina, donde la gente se agolpa para verla llegar a su iglesia y sus penitentes e insignias guían el
camino de recogimiento por el que deberá pasar y tras un caluroso y emotivo aplauso bajo la marcha
del Himno de España habrá terminado el Sábado Santo Corinto….. ya sólo queda esperar la Resurrec-
ción del que vino a ser mesías y padeció como un humano más.