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Rosario Corinto 04
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Junto a las fiestas de Navidad, la Semana San-
ta forma parte de mis recuerdos y vivencias más pro-
fundas desde la infancia. Cuando el Presidente de la
Cofradía de la Caridad, amablemente, me invitó a par-
ticipar en esta revista con un artículo que, de forma
sencilla, reflejase mis experiencias en relación a la Se-
mana Santa, poco a poco fueron viniendo a mi mente,
momentos y personas que me hacían volar a la niñez.
Indisolublemente unidas a la liturgia preconciliar de la
Semana de Pasión, que repleta de signos nos ayudaba
a adentrarnos en el Misterio de la Redención, aparecen
ante mis ojos aquellas procesiones de los años cincuen-
ta y sesenta del siglo pasado. Recuerdo con emoción la
figura de mi madre. Cada día, de su mano, mis herma-
nos y yo íbamos a casas de familiares y amigos a ver, desde los balcones de las estrechas calles de
Murcia, el discurrir de la procesión. Así, con la atónita y limpia mirada de los niños, conocí a Cristo
que es Perdón en el impresionante calvario de San Antolín, a Jesús que es Rescate, Salud y Refugio,
a la mujer Samaritana junto al Pozo de Jacob y al Berrugo que cruzaba el puente, a hombros de los
nazarenos coloraos, desde el Barrio. Mi madre nos iba presentando a todos y cada uno de los person-
ajes, explicándonos las escenas que pasaban ante nosotros. Ella aprovechaba el paso de las imágenes
para explicarnos los pasajes de la Pasión que poco antes habíamos escuchado en la celebración de la
Misa y así, lo oído se materializaba ante nosotros con la fuerza de las bellas tallas de nuestra Semana
Santa, de forma que las procesiones eran para aquellos niños auténticas catequesis y mi madre la me-
jor catequista. Qué alegría haber sentido como, año
a año, y paso a paso, las procesiones me ayudaban a
ir creciendo en la fe. Qué alegría haber podido con-
tinuar esa tradición con mis cinco hijos. Y ahora, en
el postre de la vida, qué alegría poder seguir hacién-
dolo con mis nietos, algunos de los cuales ya partici-
pan en las procesiones con verdadera alegría.
Pero si había un día que sobresalía sobre
los demás dentro de la Semana Mayor ese era, sin
duda, para mí y desde niña, el Viernes Santo. In-
disolublemente unidas a los Oficios, con la lectura
LA ALEGRÍA DE VIVIR LA SEMANA
SANTA EN MURCIA
Mª Ángeles Cáceres Hernández-Ros
Presidenta de la Real Muy Ilustre y Venerable
Cofradía de Servitas de María Santísima de Las Angustias