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Rosario Corinto 04
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¡QUE DICHA TENER
TAL HERMANO!
Miguel López García
Cuando se me propuso escribir unas letras
para esta edición de la revista “Rosario Corinto”,
dado que la Cofradía del Santísimo Cristo de la
Caridad pone en la calle su procesión principal en
la tarde del sábado de la Semana de Pasión, pen-
sé hacer una breve exposición de la significación y
evolución litúrgica de esos días que preceden a la
Semana Santa. La Providencia – y la enfermedad –
me impidieron acometer el artículo.
El omnipresente WhatsApp no descansó y
durante mi convalecencia me enteré que la Cofradía
de la Caridad sería la anfitriona del VII Encuentro
Diocesano de Jóvenes Cofrades que se celebraría el 18 de febrero; que el paso de Ntro. Padre Jesús
de la Merced conmemoraba el XX Aniversario de su fundación; conciertos solidarios, efemérides y
un buen número de eventos más, en mi cabeza se instalaron tres términos: encuentro, jóvenes y fun-
dación. Con base en ellos se desarrolló la idea que quiero transmitir.
Estamos tan acostumbrados a los encuentros, jornadas… que muchas veces nos preguntamos
si todo eso puede servir de algo, o es, simplemente, un entretenimiento para un reducido grupo de
amigotes amantes de una estética religiosa que se queda en eso: en “estética”. Aunque en demasiadas
ocasiones lo parezca, yo estoy seguro de que no es así.
Es una realidad que en cada punto de la Diócesis (y de España) las cofradías y procesiones
pueden ser todo lo polifacéticas que se quiera, dependiendo de la tradición heredada, de los condicio-
nantes culturales, de aspectos económicos, demográficos, urbanísticos e incluso climatológicos. Está
claro que, las formas de manifestarse en procesión pueden ser muy dispares, en uno y otro sitio, y son
las vivencias de todos y cada uno de nosotros las que forman en su conjunto la Semana Santa. De su
intersección, y de ahí la necesidad de estos encuentros cuya iniciativa alabo, será más o menos amplia
dependiendo de las coincidencias personales en las maneras de vivirlas, sin olvidar que, indudable-
mente, todas estas manifestaciones públicas tienen un eje central, un solo motivo de existir, que no es