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Muy Ilustre y Venerable Cofradía del Santísimo Cristo de la Caridad
que acude a presenciar las cofradías, aspecto que no hace llevadero el trabajo fotográfico, no solamente
por la escasa libertad de movimiento que ello supone para sacar una “buena toma”, sino también
para los que somos fotógrafos y tímidos a la vez.
Unos más y otros menos, pero yo pienso que todos
nos sentimos incómodos al introducirnos entre
dos filas de penitentes; pues no es únicamente una
cuestión de vergüenza por parte del fotógrafo, sino
de respeto a todos los integrantes de la procesión.
Apesar de todos estos inconvenientes, para mí salir
a una procesión con la cámara al hombro es de lo
más especial, ya vuelva con fotos buenas o no tan
buenas.
Pasada la Navidad y divisando la Cuaresma
por el horizonte, las pasadas al disco duro para
disfrutar de las fotos de procesiones anteriores aumentan. Y es que eso, para mí, es una de las cosas
más bonitas y que más disfruto; el poder ojear todas las fotos de años pasados, retocarlas, e incluso si
alguna la consideras especial, subirla a las redes. Y conforme se va acercando el Miércoles de Ceniza,
las ganas de Semana Santa van en aumento totalmente descontrolado. Los cuarenta días previos
no son menos singulares; revisar semana por semana los actos y cultos de las cofradías es el mejor
entrante a la semana nazarena. Además, los vía crucis tienen un carácter especial para retratarlos; son
actos profundamente religiosos en los que se respira silencio y recogimiento, al igual que ocurre con
los besapiés; momentos donde la devoción aflora por completo y se capturan fotografías únicas con
un sentimiento desbordado. Poco a poco, nuestra cámara se va preparando para lo que se avecina. Los
dos traslados por excelencia de nuestra Semana Santa nos alertan de que el Viernes de Dolores está a
la vuelta de la esquina; ambos nos dejan unas instantáneas únicas: la mirada del Nazareno de Jesús y
el paso del Gran Poder por el paseo del Malecón.
Y amanece el Viernes de Dolores; baterías cargadas, tarjetas vacías y listas para almacenar a
nazarenos, caramelos, miradas, monas con huevo, obras maestras de la imaginería que salen a nuestras
calles…en definitiva, un conjunto inseparable y único en el mundo. Igualmente, no puede faltar en
la mochila del fotógrafo cofrade algún que
otro suplemento alimenticio para soportar
toda la jornada, y muy importante; dejar
espacio libre para guardar todos los
caramelos y otros obsequios provenientes
de las túnicas, pues no es agradable
tener que rechazar la generosidad de un
nazareno o de una nazarena por falta de
espacio.
Dentro de las diecisiete procesiones
que conforman actualmente la Semana
Santa de Murcia, cada cual tiene su
idiosincrasia que la define y que inspira al