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Rosario Corinto 04
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cual “todos los que morían de muerte desgraciada, pero que se ignoraba como o por quien se había
verificado la muerte, habían de llevarse al pórtico que antes existió en la puerta del templo parroquial
de Santa Catalina, en donde quedaban expuestos, por si sabía alguien quién era el muerto, y cómo
había ocurrido la muerte; y después la Cofradía de San Ildefonso, instalada en la indicada parroquia,
se encargaba de llevarlos finalmente al Panteón o Carnero de la Capilla del Rosario”.
Entre los miembros ilustres de la desaparecida corporación, a la que Fuentes y Ponte ya no
hace referencia en su ‘Murcia Mariana’ (1880), estuvo el sacerdote y literato Jacinto Polo de Medina,
lo que explica el hecho de que aun habiendo fallecido en Alcantarilla, fuese sepultado, cumpliendo su
voluntad, en la entonces parroquial de Santa Catalina, como refiere la lápida de la fachada a la que se
hizo referencia en el número anterior de esta revista.