Página 65 - revista corregida final total

Versión de HTML Básico

Rosario Corinto 04
65
LA DIFÍCIL LABOR
DE UN ESCULTOR
Agustín Alcaraz Peragón
Representar la Pasión sobre un trono no es fácil.
No lo ha sido nunca por muy diversos motivos, tanto
los relativos a los condicionantes técnicos a los que se
enfrenta el imaginero como por cuestiones de ámbito
social o religioso.
Tras el Concilio de Trento, las procesiones
adquirieron una dimensión diferente a la que
habían tenido hasta ese momento. Quedaba atrás
el sentido estrictamente penitencial, representado
fundamentalmente por los cortejos de flagelantes, y se
centraban en un valor fundamentalmente catecumenal:
se trataba de mostrar a los ciudadanos la Pasión de
Cristo.
Y lo haría siguiendo dos modelos distintos,
aunque ambos netamente barrocos: de un lado aquellas
procesiones que, al modo de Autos Sacramentales
(representaciones teatrales de origen medieval que
alcanzaron un gran desarrollo en el Barroco) recreaban escenas de la Pasión. En ellas se escenificaba
el Prendimiento, el recorrido de la Calle de la Amargura, el Santo Entierro... a través de la presencia
de los principales personajes, cada uno en su propio trono. Las calles pasaban a ser el escenario de la
Pasión, la recreación de la Jerusalén del siglo I.
Un segundo modelo, que alcanzó un mayor desarrollo en el sudeste que en otros puntos de
España, fue el de la recreación de escenas
completas en un único paso. Lo encontramos ya
en Murcia en la obra de Nicolás de Bussy para
losColoraos (Negación, Pretorio) ycompondrá,
avanzado el siglo XVIII, el principal discurso
de la procesión de la Cofradía de Jesús con los
pasos realizados por Francisco Salzillo (Cena,
Oración en el Huerto, Prendimiento, Azotes, la
Caída).
La participación de las cofradías y el
carácter popular de aquellas procesiones,