Página 101 - ROSARIOCORINTO

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la extraordinaria potencialidad dramática desarrollada en torno a
la proclamación de la Pasión en los propios oficios litúrgicos; ya en el
siglo XVI abundan los testimonios sobre versiones de los textos
sagrados adaptadas para su interpretación musical en las iglesias
durante la jornada de Domingo de Ramos. La denominación que
reciben no deja de ser sugerente al ser referidas genéricamente como
“Turba”
en alusión al papel del pueblo y la soldadesca que increpa a
Cristo desde la escena del Prendimiento hasta su Crucifixión; el
hecho de que estas obras sacras asuman un título correspondiente a
un papel secundario manifiesta la creciente popularidad del canto
polifónico pues, al contrario que la
“Turba”,
las voces principales
continuaron correspondiendo a la monodia gregoriana.
Ya en el siglo XVII, el protagonismo de la
“Turba”
cantada
debía ser extraordinario de manera que no es baladí su inclusión
dentro de las nuevas procesiones. La “
Burla”
constituiría la versión
vernácula pese a que, como sucede con otras formas semejantes, su
música no parezca derivar de modelo polifónico alguno. Es más, pese
a la inclusión probada de varios instrumentos de viento dentro de los
grupos, la interpretación popular, transmitida de oído como otras
manifestaciones melódicas de la tierra, evoca unas formas
particularmente monódicas. Este hecho se repite en otras
interpretaciones castellanas como el
“Merlú”
de Zamora o la
“Llamada”
de León (aquí con inclusión de la voz humana), salvo que
éstas servían básicamente para convocar a las procesiones. Tal vez
esta concomitancia revele algún parentesco de la
“Burla”
con otros
cantos populares que mantuviesen un origen común.
Más interesantes resultan las correspondencias con el
“Torralbo”
lucentino; ambas fórmulas interpretativas presentan
melodías basadas en notas largas, pronunciadas y marcadas. Con
este recurso se expone una intensidad acentuada y constante, sin que
dentro de la notación se expongan matices de “
forte”
o
“piano”
. La
versión andaluza busca romper el sonido llegando incluso a la
estridencia, al igual que el caso murciano; un carácter destemplado