Página 131 - ROSARIOCORINTO

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ceñida a la concentración reflexiva y al rezo junto a María,
enlutada tras la muerte de Cristo, señala como los fieles
permanecen en vigilia en espera de la Redención.
De este modo, la imagen actúa como compendio de la Pasión
fortaleza mariana. Según esta concepción, se acrecienta su
protagonismo como Corredentora justificando su presencia
aislada dentro de una procesión que rememora místicamente los
misterios dolorosos del Rosario.
La gestualidad icónica de la
Soledad goza, en este sentido, de
un amplio respaldo tradicional
pues la postura arrodillada, su
aspecto recogido, y la memoria
de la Pasión (las alusiones a los
misterios del Rosario en este
caso) presentan una clara
evocación de los dramas
teatrales.
En
efecto,
las
representaciones asuncionistas,
sobre todo durante el siglo XVI,
señalan
a
María
como
rememoradora
” de la Pasión de
Cristo. Esta circunstancia es
evidente en el cercano
Misterio
de Elche que se inicia,
precisamente, con una de estas
alusiones: concretamente, la Agonía de Cristo en Getsemaní, el
Calvario y, finalmente, el Sepulcro. En cada una de las
evocaciones el papel ritual de la Virgen es bien preciso:
arrodillándose en todas las paradas sobre un almohadón que le
tienden a su paso frente a los relieves que aluden a estas
“memorias”
. Esta fórmula no es anecdótica, repitiéndose de forma
concienzuda en las diferentes representaciones conocidas lo que,
desde luego, muestran el “
modus orandi”
característico de la
piedad moderna y, más concretamente, su modelo más regio y
sacro
.
Por ello, la efigie en la procesión adquiere un manifiesto sentido
ritual y simbólico, alusivo a los misterios dolorosos del Santo
Rosario, glorificando la Pasión y la propia Soledad como medio
para la preparación del Triunfo de Cristo. Así se prefigura de
forma velada la inminente Resurrección, centro gravitatorio del
año cristiano.