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Rosario Corinto 04
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DESDE DENTRO
Mariano Egea Marcos
Nazareno y fotógrafo
Confieso mi sorpresa ante la petición de mi buen amigo Anto-
nio José García Romero, me encargase la elaboración de un artículo
para ésta publicación. No soy hombre de letras, y él bien lo sabe. “Ha-
bla sobre fotografía y Semana Santa, aprovecha tu doble condición de
nazareno y fotógrafo”, me dijo. Y aquí estoy intentando trasmitiros,
lectores de esta revista, las vivencias que éste fotógrafo tuvo el privi-
legio de sentir el pasado año dentro de la Iglesia de Santa Catalina los
momentos previos a la procesión.
He fotografiado varios años el cortejo corinto en su recorrido
por nuestra querida ciudad. He tenido oportunidad de inmortalizar
los distintos cambios que a lo largo de su corta historia ha efectuado
la Cofradía en materia de imaginería, de sobra conocidos por todos.
Pero el pasado año quería algo más, quería estar dentro del templo y
ser testigo con mi cámara de lo que allí se “cuece”. Para ello pedí el
oportuno permiso y generosamente me fue concedido.
Como bien sabéis todos, dado lo reducido de las dimensiones
del Templo, los estantes van entrando al mismo de forma escalonada y según se va aproximando su
hora de salida a la calle. Antes que se abriese el portón de la Iglesia allí estaba yo, con el equipo pre-
parado, dispuesto a no perder detalle de lo que dentro ocurría.
La primera sensación fue de intimidad, el
templo prácticamente vacío, solo unos pocos res-
ponsables de la logística de la procesión y un par
de compañeros fotógrafos estábamos allí. Era el
momento justo para tomar conciencia de lo que sig-
nifica una procesión. En la calle, entre la algarabía
de la gente y el reparto de caramelos, cuesta más.
Allí con todos los tronos dispuestos, el aroma de
las flores, el olor a cera e incienso y sobre todo, con
todas las Sagradas Imágenes a tu alrededor, solo
tienes que cerrar los ojos, embriagarte de todas esas
esencias y sentirte nazareno y por encima de todo
sentirte cerca de Jesucristo.