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Rosario Corinto 04
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BOTIJO NAZARENO
Andrés Martínez López
Estante fundador Cristo de la Caridad
Si consultamos en el diccionario de la lengua española la definición del botijo, describe que es
una “
vasija de barro poroso que se usa para refrescar el agua, de vientre abultado, con asa en la parte superior,
a uno de los lados para llenarlo de agua, y al lado opuesto un pitorro para beber”.
Su origen lo podemos encontrar en las antiguas culturas mesopotámicas, donde se descubrie-
ron los primeros restos de recipientes. Se conserva en el Museo de Arqueología de Murcia el botijo
más antiguo conocido en territorio español, que apareció en El Puntarrón Chico, un yacimiento de la
Edad de Bronce ubicado en la rambla de El Garruchal, en Beniaján, Murcia
Botijo argárico de Beniajan. Murcia
Cotidiano y habitual en nuestras vidas, refrescaba y conservaba el agua preparada para consu-
mirla en cualquier momento y lugar. Cuantos de nosotros recordamos ese botijo decorando las coci-
nas de nuestras abuelas, de nuestras casas, cubierto por un tapete de ganchillo para evitar la entrada
de cuerpos extraños; siempre sobre un plato o colgado de algún gancho.
Este invento genial, que aprovecha los beneficios del barro propiciando el enfriamiento el agua,
también se trasladó y estuvo presente en otros ámbitos y espacios más allá del doméstico. En el cam-
po, en la huerta, en los lugares de trabajo y por supuesto en la Semana Santa, encontrábamos los
botijos o las cántaras –este último, con un orificio de mayor tamaño que el botijo en su parte superior-
realizando su función.